Hace unos días, tuve la oportunidad de volver a hacer un trabajo que hacía unos cuántos años que no practicaba, más concretamente desde que acabé las prácticas del ciclo formativo de jardinería (si no sabéis del que os hablo, podéis leer el artículo «mi proyecto» aquí).
Al principio cuando la directora me dijo que tenía que hacer esto me puse bastante contenta, al igual que nerviosa, sobre todo porque era la primera vez que lo hacía desde que estaba en esta empresa y era una manera de demostrar que podía hacerlo. Pero no os negaré que mi percepción cambió un poco cuando fui hasta el lugar correspondiente, puesto que era mucho más complicado de lo que me pensaba. La cosa se trataba de recortar unas vallas hechas con Laurus, que es una de las especies vegetales más utilizada cuando se quiere crear una barrera para evitar miradas indiscretas.
El primer problema que vi y era lo más evidente, es que hacía unos años que nadie lo tocaba. No es una sola estructura, sino que son seis vallas pequeñas individuales. Para entendernos, son seis vallas pequeñas rectangulares que van de una esquina a la otra del bloque, y entremedias se van interrumpiendo porque están las puertas de entrada y de garaje. El segundo problema es que algunas partes están en muy mal estado, tiene trozos muertos que en un futuro serán sustituidos. Otro inconveniente más que evidente era la cantidad de basura y malas hierbas que había en el interior de cada rectángulo.
Una vez analizados todos los problemas, nos pusimos en marcha. Mientras mis ayudantes iban retirando las malas hierbas, yo iba cortando las ramas más gruesas de la valla más larga (esto lo hice para evitar problemas con la máquina). Una vez hecho este primer paso, era momento de coger las herramientas, en este caso un cortasetos. No es más que un motor y una espada en forma de sierra doble. Este movimiento de zig zag es el que corta las hojas.
Me emocioné recordando momentos y anécdotas pasadas, recordaba también cada detalle que mi instructor de aquellos tiempos me dijo y que tanto me ayudaron para hacer este trabajo. Esta máquina no tiene mucha complicación, si es de batería solo tenéis que accionar un botón, en cambio, si es de gasolina tiene algo más de complicación, pero esto es otro tema, yo iba con una de batería.
Si nunca tenéis que podar una valla, la planta que sea que estéis recortando os guiará. Ahora os preguntaréis, ¿y esto como se supone que lo hace? Bien, si se da el caso que se han ido interviniendo y no se ha dejado crecer de manera libre cómo es este caso, cuando paséis la sierra ya notaréis que llega un punto que no podréis pasar, las mismas ramas antiguas harán de tope. Si es un ejemplar joven, seréis vosotros los que tendréis que decidir qué altura deseáis que tenga, y será la que respetareis las próximas veces.
Después de pasarme ocho horas con la máquina haciendo movimientos horizontales, verticales y diagonales, el trabajo quedó hecho. Fue una gran satisfacción verlo acabado después del gran esfuerzo que me supuso y, sobre todo, me satisfizo las palabras de agradecimiento que recibía por parte de los peatones y vecinos del bloque de pisos, y las diversas felicitaciones que me llegaron por varias partes.
A la imagen de la izquierda podéis ver cómo es un cortasetos y qué especie es un Laurus. En esta apenas empezaba el trabajo, solo había hecho un primer pase en la parte superior, como podéis apreciar.
En la imagen de la derecha ya tenía prácticamente todo el trabajo hecho, solo me quedaba acabar la parte que me llevó más trabajo de todas. Se puede observar la gran diferencia que hay entre las dos fotografías. En esta también se ve qué disposición tienen las vallas, así lo podéis entender más bien si se da el caso que la explicación que os he dado al principio del artículo no os ha quedado claro del todo.