Hoy os hablaré de uno de mis cactus preferidos. Se trata del Echinopsis pachanoi, conocido también con el sinónimo científico de Trichocereus pachanoi, pero el nombre más común y me parece que es lo más reconocido por todo el mundo es Cactus San Pedro. Es nativo de América del Sur, más concretamente de los Andes. Dicen los pueblos más antiguos de aquellas tierras, que se había usado para realizar rituales muy religiosos, puesto que se creía que tenía poderes mágicos o divinos, por eso era cultivado por los chamanes de las tribus nativas. Mucha gente también lo confunde con su pariente próximo el Echinopsis peruviana. Hoy en día tiene muchas salidas tanto medicinales como para consumo propio, por el hecho que si se deja secar su piel, se puede consumir vía oral para aprovechar todos los efectos, siempre teniendo en cuenta que se tiene que tomar con medidas, en caso contrario, puede tener repercusión con sus fuertes efectos secundarios (acostumbran a ser altamente alucinógenos y producen la exaltación del sistema nervioso a quien lo consuma).
Es un cactus que puede llegar a hacer de tres a seis metros de altura, dependiendo de donde esté plantado. Generalmente, a causa de las grandes ramificaciones que hace, no se puede distinguir prácticamente nunca lo que es el tronco principal. Se caracteriza para tener un crecimiento muy rápido y sobre todo también por sus fantásticas floraciones. Acostumbra a hacer unas flores grandes y blancas de unos veinte centímetros que nacen a las puntas de las ramas. Curiosamente, solo se abren por la noche (el cual yo personalmente pienso que es una pena, porque si por desgracia te despiertes demasiado tarde, ya no podrás disfrutar de este espectáculo de la naturaleza). Las flores también tienen una vida muy corta. Cuando la flor se abre, pasan como mucho dos días y después se secan y caen.
Es importante tener en cuenta también el tema de la temperatura. En este caso es un poco delicado porque ha de tener unas temperaturas mínimas de diez grados y tiene que estar expuesto a la luz solar directa y poder disponer de un riego moderado. En este caso, se podría poner un sistema de riego automático, como el gota a gota, y así nos podríamos despreocupar de este punto destacado. Iría proporcionando agua a la planta de manera constante sin tener que sufrir por el exceso de humedad.


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