El Lithops Pseudotruncatella, o piedra viva, que es su nombre vulgar, procede del África y sin duda es una de las suculentas que va más buscada para todos los coleccionistas. Tiene este nombre vulgar porque imita a la perfección las piedras que tiene alrededor para poder protegerse de sus depredadores. No crece prácticamente nada, puede hacer de uno a cinco centímetros de altura.
Es una planta de las más curiosas que he visto nunca, puesto que podemos apreciar que se va transformando por así decirlo, aparte para ir creciendo también para poder desarrollar su flor. Antes de que florezca, sufre cómo he dicho tres transformaciones, que consisten en: A través de la rendija que podéis ver en la foto, se va abriendo completamente verticalmente, y justo en el centro aparece un nuevo ejemplar. A medida que el nuevo va creciente, el viejo (para decirlo de alguna manera) se convierte en materia orgánica. Cuando ha acabado de hacer este proceso, del centro del último brote aparece una flor considerablemente grande, de color amarillo o naranja, muy brillante y llamativa para poder atraer los insectos. Cuando sale la flor, está claro que queda completamente expuesta a sus enemigos. Este proceso nos puede recordar al Lithops Aucampiae, o al Pleiospilos Royal Flush, que hacen exactamente lo mismo tanto para crecer como para florecer.
Su temperatura ideal está entre los quince y los treinta y siete grados positivos, pero hay que decir que la temperatura tiene que ser muy estable. Necesita de cuatro a cinco horas de sol directo, después si tiene sombra le irá bien. Es conveniente no exponerlo a temperaturas inferiores a los diez grados positivos.
No se tiene que regar, pues es una suculenta que podríamos decir que se cuida sola, porque de las hojas que se van secando saca todo el que necesita. De vez en cuando sí que agradece un poco de agua, pero sin excederse, si no podría ser fatal por este ejemplar tan espectacular.


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