Esta es una de las suculentas preferidas que tengo, y porque no decirlo, una de las que más me cuesta de hacer vivir. Se trata de la Kalanchoe tormentosa, que popularmente se conoce como orejas de gato y la podemos encontrar en Madagascar. Es de crecimiento lento y si el lugar donde está le gusta, se ramificará muy fácilmente y crecerá llegando a hacer más de un metro y medio de altura. Es una planta toda ella muy curiosa. La planta en toda su totalidad está cubierta por unos pelos blancos que le hacen dar una apariencia afelpada y esta apariencia es la que le da el nombre común que os he dicho antes. Pero no os confiéis, porque esta vellosidad en realidad son unas espinas que, si os las claváis, y hablo por experiencia propia, no os las podréis sacar a menos que no cogéis una lupa y unas pinzas.
Las hojas son alargadas y gruesas, en forma oval y un poco en forma de quilla al dorso. Entre sus características veremos que el perfil está recubierto de pequeñas manchas de color marrón oscuro, que coinciden también con los márgenes que son también un poco dentados. Las flores, yo personalmente no las he visto nunca en ninguno de los ejemplares que tengo ni en ninguna parte donde haya ido que había algún ejemplar. Se ha de tener en cuenta que solo salen en Kalanchoes que son adultas. Del centro de esta, aparece un tallo largo y sin hojas que acaba en una inflorescencia con flores pequeñas de color salmón o rosado. Principalmente, la forma de las hojas y las características generales de la planta, está formada para recaudar agua, puesto que está creada para estar adaptada a climas muy secos donde las precipitaciones son escasas.
Hay que decir también que no soporta nada bien los climas fríos, esto quiere decir que no se puede exponer a temperaturas inferiores a diez grados positivos. Si se expone a temperaturas inferiores, os podéis arriesgar que sufra daños, y los veréis con la caída de las hojas. Está adaptada a crecer en ambientes semiáridos y a una exposición a pleno sol, por eso en casa la podemos tener al sol sin ningún problema, pero agradece también un poco de sombra sobre todo cuando las temperaturas son más altas, y así, porque no decirlo, evitamos alguna posible desgracia como que se quemen las hojas y os quedáis sin planta.
Otra cosa a tener en cuenta para evitar la muerte de la planta es el riego y el exceso de humedad. Vigilad con la humedad que se pueda poner a las hojas, el agua se estanca en medio de los pelos y esto puede provocar que es pudran y caigan. Los riegos se tienen que proporcionar moderadamente. En invierno, solo aportar agua cuando la planta realmente lo necesite, es decir cuando vemos que la planta se empieza a arrugar, y ser más abundante durante la época de crecimiento esperando que la tierra esté seca entre riego y riego. Si tenéis en cuenta todo el que he dicho anteriormente, creedme que tendréis planta por tiempo.


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